Los textos arqueológicos:

Dejo de lado la cuestión de la región y la lengua, por ser obvia y fácil su comprensión, aunque nada es obvio ni fácil, para pasar a las dos últimas condiciones, que pueden ser más complicadas: el "tema" y la forma del desarrollo de los textos.

La primera cuestión: buena parte de la arqueología tiene como eje el estudio de los objetos de piedra (y empleo el término tan general de "objeto", evitando aquellos que se aplicarían más específicamente, pero cuyas intrincadas definiciones están entre las muchas que este diccionario se propuso mostrar: útil, artefacto, herramienta, implemento, instrumento o utensilio), en diversas relaciones: como descripciones intrínsecas de esos objetos, como recuentos de hallazgos en el sitio, como descripción de los contextos arqueológicos que se infieren a partir de las descripciones de los objetos, etc. De estas diversas clases de textos ¿cuáles podían ser útiles a un diccionario del uso para descripción de estos objetos? En primer lugar, los glosarios o nomenclaturas de alguna clase, es decir, los trabajos que se ocupan específicamente de los términos. Por ejemplo, los que dan cuenta de convenciones u otros eventos cuyo objetivo ha sido el de fijar pautas terminológicas. En segundo lugar, los trabajos que organizan tipologías, ya que en ellos se proponen, y definen, los términos que designan clases de objetos, utilizándose para ello otros términos específicos del análisis lítico, los cuales, aunque no estén definidos, aparecen contextualizados y puede obtenerse su definición mediante el análisis. En tercer lugar, aquellos trabajos de carácter, por decirlo así, general, que dan cuenta de la gestión de un sitio, de los que recorto el o los capítulos donde se considera estrictamente el material lítico (hay textos que contienen datos que van desde los primeros eventos geológicos relacionados con el sitio, hasta los detalles etnográficos o turísticos recientes del área).

Dada esta heterogeneidad, es poco útil definir un único criterio para seleccionar los trabajos que van a formar el corpus, según la clase de texto. Es más fructífero identificar macrounidades (como por ejemplo los capítulos dedicados a los materiales líticos, que acabo de mencionar) e ir formando un corpus adecuado a los fines del diccionario.

La segunda cuestión: los textos deben estar constituidos por desarrollos discursivos, y no meramente por recuentos de objetos o estadísticas.

El resultado de esta etapa de búsqueda y obtención del material que constituye mis datos, consiste en un conjunto de textos (libros, artículos, apuntes y manuscritos) , del que se da cuenta en el Listado de Textos (o sea, las referencias bibliográficas).

Formación de un corpus tal que sea:

Como puede verse, es difícil aplicar la condición de homogeneidad a un conjunto de textos arqueológicos, aun cuando su objetivo sea la descripción o, al menos, la opción temática, de los objetos líticos; por el contrario, la experiencia ha mostrado que la producción textual orientada hacia los objetos líticos es heterogénea. Puede incluir desde textos resultantes de convenciones específicamente sobre lítico, hasta informes sobre la problemática de sitios particulares, y pasando entre esos dos extremos, por una gradación de aproximaciones más o menos terminológicas, consistentes en tipologías, clasificaciones de rasgos, descripciones de piezas concretas, enumeraciones y estadísticas, indicaciones para la talla, indicaciones para la descripción, indicaciones para el dibujo de las piezas, glosarios, etc. En cada uno de ellos hay definiciones de términos que se contextualizan diferencialmente, según los intereses del autor (clasificar, describir un objeto, dar cuenta de un conjunto de objetos, definir o describir los pasos de la secuencia de acciones mediante las cuales se obtienen los objetos, normalizar la descripción a los fines del registro en fichas, atender a los aspectos que intervienen en la representación gráfica, y, además, especialmente, definir, sea en glosarios, o en pequeños vocabularios o nomenclaturas incluídos en los textos, etc.).

Pero además de esta heterogeneidad entre los trabajos del conjunto elegido, cada uno contiene o puede contener también diversas clases de enunciados. De tal modo que, aunque uno eligiese aquellos trabajos que entre sí mostrasen mayor homogeneidad, internamente, sin embargo, hablarían de diversas maneras: en algunos enunciados definen términos, en otros describen piezas concretas o acciones, o enumeran rasgos, cualidades, o indican modos de observar o de accionar, etc.

Ante este estado de los datos concretos, ¿cómo organizar un corpus? y ¿cómo puede aplicarse ese requisito imprescindible de la homogeneidad?

Considero en esta tarea de realización del diccionario, que un corpus no es un conjunto de textos determinado de antemano por fuera de las necesidades o la orientación de la investigación, sino que es un estado de los datos que, en función de los objetivos de la investigación, se elabora en ella como un primer paso en la realización del análisis. Para esta investigación, dejé de considerar la obra, el libro, el artículo, el informe, como una unidad monolítica, y desarmé cada obra en segmentos textuales, en macrounidades de diversa longitud, y considero el conjunto de estas macrounidades como aquello que es el corpus.

Para seleccionar las macrounidades, realicé una búsqueda en cada obra, a fin de identificar aquellos fragmentos que contuviesen términos utilizados en un contexto tal, que fuese coherente con el ámbito que interesa al diccionario. El resultado fue, en algunos casos, determinados capítulos, en otros, más de un capítulo o solamente algún o algunos parágrafos, y, especialmente al tratarse de glosarios, toda la obra.

Este primer acotamiento del corpus tiene en cuenta dos condiciones del discurso: a) la clase de discurso (se incluyen sólo los términos que se utilizan en las descripciones y/o definiciones) y, b) el objeto de conocimiento en la construcción del referente (se incluyen sólo los términos que designan objetos líticos y/o sus partes, al igual que acciones vinculadas a la observación, denominación, clasificación, descripción y producción de esos objetos). Ha sido necesario proponer esta clase de criterios de selección, porque es muy difícil que, aún los trabajos específicamente orientados a la descripción de los objetos líticos, no contengan referencias a otros aspectos de la arqueología o de la tarea del arqueólogo, cuyo análisis no contribuiría sin embargo, a recuperar la terminología usada para la descripción y definición de los objetos líticos. Es un corpus homogéneo en cuanto a las estrategias en la construcción del referente, a su manera de hablar que excluye otras, como por ejemplo, las construcciones históricas, las descripciones que se refieren al contexto arqueológico en el que pueden organizarse las piezas, etc., e incluye lo que podría considerarse la descripción intrínseca del objeto lítico, la cual parte de sus características descriptivas, sin entrar en sus relaciones de contexto arqueológico. Es homogéneo en cuanto construye e identifica un referente, pese a la heterogeneidad de producciones y enunciados mencionada.

Es exhaustivo en la medida en que no he dejado de lado trabajos arqueológicos por ninguna otra consideración que no sean los criterios restrictivos (condiciones del discurso, a y b, de más arriba) y la disponibilidad de esas producciones textuales. Y mientras se sigan produciendo escritos arqueológicos, el diccionario estará siempre incompleto.

Es representativo de la arqueología latinoamericana porque está constituido por los trabajos que se citan en los textos de arqueología latinoamericanos, en aquellas partes de éstos en las cuales se describen objetos líticos. El material recolectado satisface esta condición de la representatividad, tanto en los casos en que la obra en cuanto unidad entró al corpus (se trata de las fuentes que los arqueólogos actuales aún citan cuando describen sus piezas), como en los otros casos, en que corresponde a las macrounidades seleccionadas, (especialmente al tratarse de informes que recorren una cantidad de temas). También es representativo en la medida en que la arqueología latinoamericana se constituye en tal a partir de esos mismos textos.

Cada trabajo de cada autor recibe un código numérico de dos dígitos, comenzando con 01.

El resultado de esta etapa es un conjunto de textos compuesto por macrounidades.

La segmentación de las macrounidades en fragmentos de texto:

He realizado la segmentación en dos pasos: primero, he numerado los parágrafos de cada texto, es decir, los fragmentos de texto comprendidos entre dos punto y aparte (o los que corresponden al desarrollo enumerativo de un elemento en una clasificación en algunos trabajos) y luego elaboré, a partir de cada fragmento de texto numerado de esta manera, los enunciados, siguiendo los criterios correspondientes, que desarrollo en la Etapa 2.

La segmentación en parágrafos no presenta más problemas que el mencionado, de la forma clasificatoria de algunos trabajos, lo cual se soluciona considerando como parágrafo algún bloque coherente; esto incide en la numeración de los enunciados en todo caso, pero es un procedimiento que no lleva a plantearse nada nuevo en cuanto a la aplicación del método de estudio. Únicamente pretende visualizar dónde está ubicado el término o enunciado sobre el que trabajo.

El resultado de esta etapa son parágrafos numerados.